lunes, 28 de abril de 2008

El duelo del despido

Recordar es volver a vivir...

Al quedarme sin empleo y con una liqudación relativamente cómoda, lo primero que hice fué tomar casi la mitad de ella y liquidar a los bancos todos los adeudos de mi esposa y míos que se habían estado acumulando através de el tiempo para comprar muchos "caprichitos" pero que no había podido pagar.

El estar sin deudas definitivamente me ayudó mucho para estar mejor, tanto que me regalé cerca de un mes de depresión durmiendo hasta 15 horas contínuas, platicábamos mi esposa y yo sobre que era "normal" que me tomara mis sueñitos ya que por mucho tiempo no había podido descansar por estar trabajando... Que me repusiera y que no me preocupara, al final de cuentas ya no había deudas y todo estaba bien. Bueno, lo tomé y sí, fué grandioso aprender a no depender del tiempo, comencé a vivir una etapa muy interesante que bauticé como "vivir el No tiempo".

El No tiempo se vive cuando no tienes que te preocupe, no hay deudas, estas sano, comes y vives bien y no hay prisa por llegar a ninguna parte, ya no hay que estresarse por trabajar, comienzas a tener tiempo para tí mismo e inician preguntas más profundas en tu cabeza: ¿Ahora a dónde vamos? ¿Qué sigue después de esto? ¿Que quieres hacer de tu vida?

Comencé a dedicarme tiempo para hacer ejercicio, pero definitivamente correr solito por las calles no es algo que me guste mucho. Descubrí cerca de donde vivo una unidad deportiva con cancha de Fut bol y unas cuantas de Basquet bol. La comencé a frecuentar, me llevé un balón de fut bol y me dediqué a caminar pateando el balón por todo al rededor de la cancha, así descubrí que correr en solitario pateando un balón era más divetido y el tiempo se pasa más rápido. Lo hice a diferentes horas durante varios días hasta que descubrí que lo óptimo era hacer ejercicio a las 6:00 pm. Deja de hacer sol, hay una poca de gente en la cancha por lo que no es aburrido dar vueltas y también descubrí que era la hora en que los niños y jóvenes se juntaban para hechar cascarita.

Al principio me acercaba poco, pensé que un adulto de 30 años se vería mal jugando con los niños o que tal vez pensarían que me estaba dando el complejo de Michael Jackson, pero grande fué mi sorpresa al ver que varios que me conocían me invitaron a jugar con ellos para hechar la reta a la cuadra de más arriba; por muchas tardes volví a ser niño jugando con ellos, gritando y dando pases, dirigiendo y metiendo duro la pierna pues los contrarios también tenían mucha "gente de experiencia" como yo. Ah si! anoté muchos goles y los celebré como si hubieran sido una final en estadio lleno. Mi condición física mejoró notablemente, pude superar el inicio en el que tenía condición "de dos cuadras" es decir podía trotar dos cuadras al mercado, pero las suguientes las caminaba entre la asfixia y la desesperación de sentir el dolor de caballo abajo de los pulmones. Hasta llegar a jugar entre una y dos horas seguidas Fut-bol con los chavalos.

No tenía prisa por llegar a ninguna parte, tampoco rendir cuentas a nadie de lo que estaba haciendo, la hora ya no importaba, solo importaba que el calor se pasara para llegar a la cancha en la puesta del sol, los días se me olvidaron, me daba igual que fuera lunes o domingo, mi esposa se molestaba por que no sabía ni en que día estaba viviendo. Creo sin temor a equivocarme que estuve muy cerca de la forma de vivir de los niños antes que entren a la primaria... jugaba y reía, me daba tiempo de perseguir hormigas a la orilla de la cancha mientras esperabamos para "hechar la reta" a los que estaban jugando antes que nosotros. Podía saborear un raspado de siete pesos (De grosella) cosa que había dejado de ver en México creo que hacía más de 20 años, caminaba para llegar y regresarme, comencé a olvidar el manejar un auto. ¿Auto para qué? me valía de caminar y caminar, no había prisa, existía tiempo para todo.

Un par de cuadras más arriba de la cancha existe algo que se llama Apancle, pasé miles de veces por encima de él manejando el auto en camino hacia el trabajo, pero ahora tuve tiempo de asomarme a algo maravilloso... El apancle es un brazo de río de poca profundidad y éste en especial se caracterizaba por casi no tener flujo, no se notaba, por que la loza de la calle por donde pasan los autos es contínua y lo atravieza por arriba, el apancle es paralelo a la banqueta y tiene poco más de un metro de ancho. Pues bien, les contaba que caminaba mucho, hasta que llegué a él, al principio me sorprendió ver que tenía agua, pensé que estaba sucia o apantanada pero al mirar con más detalle noté estelas sobre su superficie... Han de ser renacuajos, no me espantaría en este estanque. Pero no eran renacuajos eran peces, al natural, chicos medianos y grandes, hasta una tortuga de río pude ver entre las algas que crecían y lo hacían ver capturado en el tiempo entre las paredes y calles de la civilización.

También pasé tiempo admirando el apancle y lo seguí varias cuadras hasta que legaba a entroncar con otro y después se perdía el agua hacia las zonas de riego que rodean Cuautla.

El no tiempo, es un estado de ser que al conocerlo difícilmente se abandona... pero comenzaron a cambiar las cosas.

Comencé como todo buen humano con necesidades a disponer de la liquidación, llegamos a la mitad de ella rapidísimo, así que había que generar ingresos. En poco tiempo podría pasarla mal
económicamente. Decidimos mi esposa y yo abrir un negocio de Hamburguesas y comida rápida en una esquina que encontramos accesible y de renta barata... No quiero profundizar mucho pero lo que sí puedo decirles es que este negocio no funcionó y me estresaba más que en mi antiguo trabajo. La imprevisibilidad de las ventas me enfurecía, un día podía vender todas las comidas corridas que planeábamos (20) y otro día no se vendía nada y toda la comida se quedaba. La pasábamos a casa de mis suegros pensando que ellos podrían comerla y evitar tirarla a la basura pero no... después nos dimos cuenta que muchas veces pasaba indultada directo a la basura. En fin, fue traumática para mí esa experiencia, no me cabía en la cabeza cómo un gerente de área que facturaba más de dos millónes de dólares al año no podía levantar un changarro en la esquina.

Luché con fiereza y gasté mucho en optimizar el local, le apliqué muchas técnicas de producción japonezas, Kaizen, 3P, planeaba anticipadamente la demanda, hacía promedios, optimizaba el tiempo de manufactura de una hamburgueza, mejoraba las instalaciones, reducía los costos fijos, en fin todo el día ahí metido pero lo que me derrotó fueron dos variables que toda mi experiencia no pudo resolver...

La primera fué la inconsistencia del personal, a los empleados se les hacía fácil renunciar aunque los trataras con algodones y los que aceptaban quedarse robaban tanto en mercancía como en dinero... contra eso no se puede; aunque tu línea sea la más rápida o la más eficiente.

La segunda yo no podía obligar a la gente que comprara mis comidas... me esforzaba por cocinar platillos novedosos y de alta cocina. Pensaba que ésto atraería más gente... pero no, descubrí que a la gente de aquí le gusta lo mismo de siempre y mientras más barato mejor, la lucha no era por calidad o servicio, eso también les valía un cacahuate, lo que les importaba era que les dieras más, no importaba que cocinaras mal o que metieras verdura de segunda lo importante era calmar las tripas y en eso las fondas del mercado y algunas vendedoras de tacos de arroz me llevaban años de ventaja.

Por esfuerzo no quedó, pero la falta de ventas y los robos internos acabaron con el proyecto. ahí murió "La esquinita del sabor" fue un negocio que duró más o menos tres meses.

Y después de este fracazo siguió otro periodo como de 15 días de depresión durmiendo la mayoría del día.

[Continuará]

Dun Dun Dundun Caminar ... Dun Dun Dundun a correr
Dun Dun Dundun Caminar ... Dun Dun por el camino.

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