jueves, 1 de mayo de 2008

Tercer round

En seguida el tercer ejercicio hecho en el taller de redacción. Se escribió el 17 de Julio de 2007.

En esta sesión se pidió escribir un par de cuartillas con el tema referente a un par de zapatos.

Sesión 3
Escritura sobre un par de zapatos.

En alguna ocasión he tenido malos entendidos con mis padres, entre ellos recuerdo uno que sucedió a mis 13 años de edad, fue debido a un par de tenis negros. Estos tenían en particular ser de los primeros pares de la línea Perestroika. Movimiento que estuvo de moda en los 90’s cuando el presidente de Rusia Gorvachov transformo el socialismo implantado en la Unión Soviética de los tiempos de Lenin hacia el capitalismo, el movimiento político triunfador después de la segunda guerra mundial.
Sí... aquellos eran tiempos de cambio en todo el orbe, aun a mí un joven adolescente sin idea de la política o la economía me parecía emocionante pensar en Rusia como un lugar que se transformaría de las casas endebles y campiranas que se veían en televisión al capitalismo “la cura para la pobreza y la tristeza que afligen al mundo” Já! yo pensaba en ese entonces, ¡que bueno que les toco a los rusos el cambio! nuestro “auxiliador” y “amable” vecino los Estados Unidos ha decidido ayudar finalmente con ese excedente de dólares que debe de tener en sus bancos y comenzaron por los Rusos.
También pensé ¡que vaciados son los gringos!, comienzan a corregir a los países en dificultades iniciando por las últimas letras del alfabeto, “U de Unión soviética” y entonces me emocioné por que en orden inverso del alfabeto M de México esta un poco antes de E de Estados unidos Mexicanos (Un poco de ventaja )y salió de mi el inocente pensamiento, ¡ya chingamos! ¡En ese orden México esta antes que Japón o China!
Pensamiento bastante inocente... de hecho viéndolo en retrospectiva a estas fechas de 2007, ¡que bueno que no nos han venido a desgraciar más la vida de cómo actualmente nos tienen! así como lo hicieron en Viet Nam 1973 o en Irak, la reciente odisea de los gringos por dar libertad a los iraquís de Saddam Hussein iniciada en 2003 y continuando aún después de su muerte en 2006.
Regresando al tema, eran tiempos de cambio los años 90 y que mejor manera de mostrar mi gusto por los cambios que usando unos tenis negros con café de formas innovadoras, toscos a la vista, incómodos por la suela gruesa de hule que remataba en unos picos de medio centímetro de altura, pensaba yo que esos picos darían una buena tracción a mis pies y los harían imponer respeto a quien se me atravesara, un buen par de patadas a quien estuviese en desacuerdo con algo resolverían los problemas, gracioso pensamiento, ya que esos tenis jamás propinaron una patada a ser humano alguno, yo recuerdo un par de intentos por calmar a unos de perros de esos que no sirven para nada, pero que bien ladran y joden cuando estan acerca.
Estos tenis pesaban, de hecho tenían un sonido típico al caminar, como de costalitos de arroz al caer al suelo, un sonido seco y en partes, ya que se escuchaban los picos del talón y posteriormente los de adelante sucesivamente durante todo el tiempo que duraron. Parecían indestructibles, de hecho mi madre los apodó con un mote muy descriptivo, “los tanquezotes” y si, en efecto me sentía manejando un par de tanques todo terreno que se adaptaban a cualquier situación, podían ser usados junto a un pantalón corto para jugar futbol, para trabajar con mi padre de carpintero, así como con un pantalón de vestir, una playera de botones y aparentar ese look casual que se veía en los aparadores de las tiendas de ropa para la gente de mayores ingresos. Es claro que yo no usaba las playeras o los pantalones que se exhibían en los aparadores, mi forma de vestir era poco distante aunque siempre limpia y pulcra.
No me gustaba ir a esas tiendas, me intimidaban y los precios me hacían sentir cada uno de los días que tendrían que pasar mis padres trabajando para poder pagar la mercancía fiada por medio de una tarjeta de crédito.

Estos tenis duraron bastante, con uso diario y en toda situación se les acabaron los picos que tenían en algunas partes y la suela se despegó en la parte delantera un poco en uno y en el otro un par de centímetros, con lo que al levantar el pie el tenis parecía sacar la lengua a quienes lo miraran, además al caminar se doblaba hacia dentro esta capa ya muy delgada de hule en las puntas, lo que con el paso del tiempo hizo incómodo el caminar, forzando al cuerpo adoptar un estilo, ya que se sentía como pisar algunas piedras pequeñas en zonas muy específicas de la suela y me hacía esforzar al doble las articulaciones para evitar tropezar y trataba de caminar con las puntas de los pies hacia arriba, en las noches hacía que me doliera arriba y adelante del tobillo.

Cuando me fastidié de esta situación hable con mi madre para pedirle que junto con mi papa hicieran el esfuerzo y me compraran un para de tenis nuevos, recuerdo que me contestó “¿Y para qué?, esos todavía se ven buenos”, yo replique con que la parte superior aun se mantenía, pero que la suela ya estaba abierta en el frente y en los talones ya se había acabado el hule. Como la respuesta fue tajante y seca vi diluida mi esperanza por un par de tenis nuevos, yo entendía que la situación en casa no estaba como para gastos innecesarios y que el dinero hacia tiempo que entraba a cuentagotas a nuestra casa, por lo que decidí que seguiría con mis tenis negros pero tenía que hacer algo para resolver el dolor de las noches en los pies por evitar tropezar con las lenguas que había en las suelas de los zapatos, asi que me hice de una navaja y decidí cortar las lenguas excedentes de la suela y eso para mí resolvería el ya no volverme a tropezar más.
Primero corté a uno y lo probé, ya no había más tropiezos al caminar, pero se sentía muy chistosa la falta de material en la punta, esto ahora provocaba la molestia similar a pisar un cable con la punta del zapato, y como no podía andar con un tenis disparejo decidí cortar el otro también.
Me encontraba en mi cuarto, concentrado en cortar la otra lengua faltante, pero a la mitad del proceso pensé que sería mejor quitar la capa ya muy delgada de hule en toda la suela y eso volvería a hacer la superficie uniforme, estaba a una tercera parte de la primera suela cortando, cuando una premonición me hizo levantar la mirada hacia la puerta que estaba entreabierta... mis ojos se cruzaron con los de Mamá que tenían una mirada profunda y de tristeza, una de esas miradas que jamás se olvidan y marcan un evento importante como adolescente, de inmediato me incorporé y traté de explicar lo que estaba haciendo, salí tras de ella al cruzar la puerta, pero fue muy tarde, se había encerrado en su cuarto con llave y no me permitió entrar, pasé varios minutos esperando fuera de su puerta desconcertado por lo que ella pudiera pensar, o mas bien la razón del por que sus ojos estaban a punto de llorar.

Esto para mi era arreglar mis cosas y seguir con lo que ya tenía evitando un gasto extra, de hecho lo veía como un acto importante y de gran valía por que era para ahorrar dinero, al abrirse la puerta abrí la boca para tratar de explicar la situación y mi forma de pensar, pero esos ojos mostraban haber llorado y una mirada profunda acompañada del tono severo de su voz que sin dudar un instante esgrimió “Venía a avisarte que tu padre y yo habíamos decidido comprarte un par de tenis nuevos, pero al ver que tu mismo los estas destruyendo, he decidido que no se te comprará nada y será bueno que veas cómo harás para reparar los que tienes o pasarla lo mejor que puedas”
En realidad sé que me dolió más ver sus ojos después de haber llorado que el pensar que ya no me comprarían los tenis, en esos momentos se entra en la contradicción del ser humano, donde al hacer una buena obra sale uno con la peor parte y la frustración de que no hubo intento de escuchar tus razonamientos o como sería lo más prudente en estos casos dejar hablar a ambas partes.



Y como se puede apreciar ya comenzaba a encarrerarme escribiendo, Hacía esfuerzos por recordar las situaciones, pero una vez que se fijaban en la mente las escenas comenzaban a brotar las palabras para describir, para narrar, para compartir una experiencia aparecían con cierta "facilidad" pero también hay que tomar en cuenta que pasaban muchos días entre un escrito y otro, lo que podríamos definir como "La visita de la Musa".

Para escribir considero clave el tener disponible tiempo y soledad, en mi caso por ahí de las 12:00 pm que nadie hace ruido ya que en el día y por las tardes es muy común tener actividades que le cortan a uno la inspiración y no dejan trabajar.

[Continuará]

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